El secretario de Defensa, Jim Mattis, evitó el choque con Vladimir Putin

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"Sé cortés, sé profesional, pero ten un plan para matar a todos los que conozcas". El lema de acción de Jim Mattis, el general de amplia trayectoria en el cuerpo de marines al que Donald Trump le elogia como la figura militar de más proyección de Estados Unidos desde el general Patton. Evidentemente es una afirmación desmedida. Pero curiosamente Mattis, un superviviente en la Administración Trump, aprendió a ser prudente junto al presidente que envía tuits lleno de furia.

En Lima, en la Cumbre de las Américas, el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, advirtió que la Administración de Donald Trump está preparada para volver a atacar Siria si es necesario. Y para defenderse de posibles represalias de Damasco o sus aliados. Aseveró que el régimen de Bachar El Asad tendrá "un precio que pagar" si usa de nuevo armas químicas.

Mike Pence aseguró que el ataque lanzado por Estados Unidos en coordinación con Francia y Reino Unido fue "un éxito extraordinario" y "ha degradado y mutilado la capacidad de Siria de llevar a cabo ataques con armas químicas contra civiles inocentes".

Sin embargo, en Washington, los analistas desvelaron el verdadero protagonista de esta crisis repentina en Oriente Medio. El jueves 12 de abril fue clave. El secretario de Defensa, Jim Mattis, y el Jefe del Estado Mayor Conjunto, Joseph Dunford, testificaron ante el Comité de Servicios Armados del Congreso.



Después de días frivolidad presidencial (por parte del presidente con sus tuits), el secretario de Defensa, Jim Mattis, alertó ante el Congreso del riesgo de un ataque desmedido. Podía desencadenar “una escalada fuera de control” en la zona más explosiva en estos momentos de Oriente Medio. Un mensaje que llegó con fuerza al Partido Republicano y al Partido Demócrata.

Dio a entender, lo desveló claramente, que la Casa Blanca buscaba un ataque en profundidad en Siria con objetivos amplios y peligrosos. "Una de mis mayores preocupaciones es evitarlo", señaló abiertamente.

El jefe del Pentágono es quien buscó una acción conjunta con Francia y Reino Unido. Y un ataque quirúrgico. Convenció a Donald Trump del peligro de un amplio ataque que podía humillar y movilizar a Rusia. Fue el muro de contención al trumpismo.

Se trató de una acción conjunta de Estados Unidos, Francia y Reino Unido con un total de 105 misiles contra el Centro de I+D de Barzah, a las afueras de Damasco; el depósito de armas químicas de Him Sinshar; y el centro de control de armas químicas junto a la ciudad de Homs.

En Washington se conoce además el plan de Donald Trump de limitar la implicación de Estados Unidos en Siria, y de retirar los 2.000 soldados de tierra desplegados.

El presidente quería un ataque de más envergadura. Pero el secretario de Defensa le convenció de limitar el bombardeo por miedo a provocar una confrontación con Rusia, que apoya al régimen de Bachar El Asad.
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