Mohammed bin Salman, el apoyo de Vladimir Putin en la cumbre del G20

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La cumbre del G20 (Grupo de los Veinte) caminó tras su inauguración hacia un escenario de crisis. Quedó abierta la posibilidad de un alto el fuego entre Estados Unidos y República Popular China en su guerra de aranceles. Pero también se dibujó con fuerza la posibilidad de un fracaso.

Mauricio Macri, en su encuentro con Theresa May, enfatizó los aspectos positivos de la relación bilateral entre Argentina y Reino Unido. Al reunirse con Pedro Sánchez, buscó continuidad en el camino abierto con Mariano Rajoy de apoyo a la agenda de Unión Europea y Mercosur.

El presidente de Argentina, desde el comienzo de la cumbre, instó al diálogo. Descubrió que es un encuentro marcado por las dificultades de Donald Trump de escuchar y ceder. Hasta el último momento va a tratar de que en las orillas de la cumbre haya acercamiento entre los presidente de Estados Unidos, Rusia y República Popular China.



Tensión abierta también en torno al heredero de Arabia Saudí, el príncipe Mohamed bin Salmán (MBS). En Buenos Aires, MBS ha podido comprobar el daño a su reputación por el caso Jamal Khashoggi, el brutal asesinato del periodista en el consulado saudí en Estambul.

La foto de familia fue muy elocuente. MBS quedó en la segunda fila, el último a la derecha. Hubo dos lugares vacíos a su lado, cerca de Luis Alberto Moreno, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y del presidente de Ruanda, Paul Kagame.  Cuando acabó la sesión de fotos, abandonó rápidamente el escenario.



Instantes después, Vladimir Putin quiso romper ese cerco de frialdad. Resultó un saludo aparatoso, y dirigido a las cámaras de televisión y a los fotógrafos. Levantó la mano y la chocó efusivamente contra la de MBS entre sonrisas. Muy lejos de cualquier formalidad.

Atención a los fuegos en torno a esta cumbre:

1. La estrategia abierta de Vladimir Putin de acorralar a Ucrania.

2. La posición en precario de MBS que podría debilitarle en Arabia Saudí.

3. La convicción de Xi Jinping de poner coto a la estrategia de máxima dureza de Donald Trump.

Las tres son situaciones comprometidas para Mauricio Macri, empeñado en tejer hilos de diálogo y acuerdos en la mayor cita mundial organizada por Argentina. Un momento histórico en Buenos Aires.
 
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