Las tres dudas más comunes sobre la Renta Básica Universal

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En un mundo donde el 1% de la población posee tanta riqueza como el 99% restante, la instauración de una Renta Básica Universal (RBU) puede parecer a simple vista la mejor opción. De hecho, desde que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) confirmara su apoyo, el listado de países que se han lanzando a realizar pruebas no ha dejado de crecer y Finlandia es uno de ellos.

Desde el pasado año, 2.000 finlandeses en situación de desempleo reciben una renta de 560 euros mensuales durante 2 años. Aunque los resultados del experimento no los revelarán hasta la finalización en diciembre de este año, aseguran que los primeros efectos de la medida están siendo positivos para los beneficiarios.

Sin embargo, es difícil conocer todas las consecuencias y efectos en la sociedad, en la economía, en la cultura o en la política sin una situación real. Además, una cosa es proporcionar soporte económico a 2.000 personas durante un periodo de tiempo determinado, y otra muy distinta hacerlo de forma indefinida y a un número de beneficiarios mayor.

Todo este debate no solo ha provocado opiniones enfrentadas, sino la confusión de algunas de las premisas que caracterizan a la propuesta. Por este motivo, IMF Business School ha analizado las creencias erróneas más comunes que acompañan a la Renta Básica Universal:

Es universal. Los primeros planteamientos por parte del gobierno español iban dirigidos a todas aquellas personas que pudiendo y queriendo trabajar no pueden hacerlo y a quienes los actuales instrumentos de protección social no dan respuesta. Además, los beneficiarios de esta renta tendrían que demostrar que su situación cumple los requisitos necesarios para acceder a la misma. De hecho, las primeras estimaciones hablaban de una ayuda de 426 euros al mes para unos 2,1 millones de beneficiarios.

Es una novedad. La RBU no tiene nada de novedoso. En nuestro país ya existe una renta mínima de inserción que beneficia a más de 638.000 personas en todo el país, con un coste superior a los 1.000 millones de euros. Es una ayuda que se ofrece para casos extremos y con garantías.

Su instauración volverá a la gente unos vagos. Los más escépticos a la reforma aseguran que el hecho de recibir una renta mensual sin ningún tipo de condición provocará la pasividad laboral de los beneficiarios. Sin embargo, la antropología reconoce la necesidad del ser humano por trabajar o, simplemente, ocupar ese tiempo haciendo otras cosas como estudiar o especializarse en nuevas áreas. El hecho de tener cubiertas las necesidades básicas puede ser un punto a favor para no tener miedo a la innovación o el emprendimiento.

Para Carlos Martínez, presidente de IMF Business School, “no podemos negar la realidad: el estado de bienestar se encuentra en peligro y la renta básica universal puede posicionarse como una posible solución para mantener lo que tenemos. Sin embargo, antes de ponerla en marcha debemos conocer muy bien el cómo, cuándo y con qué objetivo. Los prototipos puestos en marcha en otros países ayudarán a discernir con claridad muchas de las dudas”.
 
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