Esta deuda acumula fuertes pérdidas debido al desplome de su precio, que supera el 50. (Foto: Envato)

Pérdidas superiores al 50%, el destino de los bonos matusalén

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A principios de 2021, las condiciones de financiación eran altamente favorables. En ese momento, el Banco Central Europeo (BCE) estaba proporcionando estímulos al mercado como respuesta a la crisis del Covid, lo que sostenía favorablemente la situación.

Algunos países de la eurozona, incluyendo España, aprovecharon esta coyuntura para emitir bonos con plazos de vencimiento muy largos, llegando incluso a 50 años. En el ámbito financiero, a estos bonos se les conoce como "bonos matusalén" debido a su largo plazo de vencimiento.

Sin embargo, en la actualidad, después de poco más de dos años, estos bonos están experimentando fuertes pérdidas, con caídas que superan el 50%.

En el caso de los bonos emitidos por el Tesoro Público español en febrero de 2021, han sufrido una caída cercana al 60% en su valor (ver gráfico). Estos bonos se emitieron a un interés históricamente bajo del 1.45%, pero actualmente el rendimiento en el mercado secundario se ha incrementado significativamente, alcanzando el 4.42%.

Este escenario se repite en otros bonos soberanos de la eurozona con vencimientos a 50 años. Por ejemplo, los bonos emitidos por Francia en enero de 2021 a un interés del 0.5% ahora rinden un 3.33%, habiendo experimentado pérdidas del 67%.

Asimismo, el precio de los bonos emitidos por Bélgica en febrero de 2021 ha caído un 63%. Italia, que emitió bonos con vencimiento a 50 años en abril de 2021, también ha visto caer su valor en un 48%.

Algunos países incluso han emitido bonos con vencimientos aún más largos, llegando a 100 años. Austria, por ejemplo, emitió bonos con vencimiento en 2120 durante la pandemia, ofreciendo un cupón del 0.85%.

No obstante, el precio de estos bonos ahora enfrenta una disminución cercana al 67%. Además de Austria, Bélgica e Irlanda también se encuentran entre los países que han incursionado en la emisión de deuda a un siglo.

Los bonos de renta fija con plazos de vencimiento más prolongados son los que más se ven afectados cuando las tasas de interés aumentan. En la zona euro, las tasas de interés han subido en 450 puntos básicos en tan solo 14 meses, en un esfuerzo del BCE por elevar la inflación al 2%.

Esta rápida alza resultó en un ajuste sin precedentes en los precios de los bonos el año pasado, causando las mayores pérdidas para la deuda en décadas. Aunque se esperaba que este año la situación fuera más favorable para este activo, las previsiones no se han cumplido. A pesar de que los analistas ven oportunidades en la renta fija, las pérdidas continúan este año.

El precio de la mayoría de los bonos es ahora más bajo que a principios de año, a excepción de la deuda high yield. Las pérdidas en los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años superan el 6%, aunque en los últimos días se han moderado debido a su condición como activo refugio frente a la creciente tensión relacionada con el conflicto en Israel.

Hasta el momento, la solidez de la economía, a pesar de los aumentos en las tasas de interés, y la comunicación de los bancos centrales de que las tasas permanecerán altas durante más tiempo han mantenido a raya la posibilidad de una disminución en las tasas de interés.

La última encuesta entre economistas recopilada por Bloomberg sugiere que el inicio de los recortes en las tasas de interés se retrasará hasta septiembre del próximo año.

Esta perspectiva coincide con algunas de las declaraciones recientes de funcionarios del BCE, como Martins Kazaks, miembro del Consejo de Gobierno del BCE, quien afirma que las proyecciones económicas actuales no son consistentes con una reducción de tasas en la primera mitad de 2024, y que "en la segunda mitad del año, ya veremos", según recoge Bloomberg.

Además, todavía existen factores que podrían ejercer presión al alza sobre la inflación y perjudicar a los bonos, como el aumento del precio del petróleo, el gas, las tensiones geopolíticas en Oriente Medio o el proceso de desglobalización.

Bert Flossbach, cofundador de la gestora Flossbach von Storch, opina que "aún no hemos alcanzado el techo de las tasas", y sugiere que podríamos estar en el inicio de una meseta suavemente inclinada, cuya duración dependerá de la persistencia de la inflación y de la resistencia del sistema financiero a futuros aumentos en las tasas de interés.
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