El rendimiento laboral cayó un 5,4 y la retribución creció un 0,5. (Foto: Envato)

Los sueldos crecen seis puntos por encima de la productividad

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En España, en las últimas tres décadas, hemos enfrentado tres crisis económicas, cada una de ellas con sus propias características y gravedad.

La crisis más reciente, desencadenada por la pandemia de COVID-19, resultó en la mayor contracción del Producto Interno Bruto (PIB) en la historia del país, registrando una caída del 10,8% en 2020, tres veces mayor que el peor año de la Gran Recesión.

No obstante, en comparación con las crisis anteriores, la crisis pandémica ha presentado un contexto inédito en períodos de recesión.

En esta ocasión, se observaron dos fenómenos inusuales. En primer lugar, la productividad disminuyó, lo que la alineó con los patrones habituales de las economías en nuestro entorno, algo que no ocurrió en las crisis previas.

Además, por primera vez, la caída en la actividad económica no resultó en una pérdida de empleo de gran magnitud. Además, los salarios reales se mantuvieron, incluso experimentando un leve aumento, a pesar de la severidad de la recesión, según explicó el sindicato UGT.

Para UGT, el apoyo decidido a los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) y las ayudas proporcionadas por el gobierno a las empresas fueron las principales razones detrás de la evolución de estos indicadores. Estas medidas contribuyeron a preservar parcialmente el tejido productivo, el empleo y los ingresos de millones de hogares.

Si consideramos todo el período estudiado, que abarca desde 1992 hasta 2022, el resultado acumulado muestra un crecimiento del 11,3% en la productividad laboral y un modesto aumento del 0,9% en los salarios.

Esta disparidad tiene implicaciones distributivas y productivas significativas, ya que benefició a las empresas en detrimento de los trabajadores, señaló UGT.

Según los estudios sindicales, en una economía avanzada, el objetivo es que la productividad aumente de manera sustancial y constante, ya que esto se asocia con el progreso. Esto implica favorecer actividades que generen un mayor valor añadido y empleos más cualificados y mejor remunerados.

En este sentido, se observa que la economía española, tras décadas de rezago, está adoptando transformaciones que generan empleo principalmente estable y se centran en sectores con mayor capacidad innovadora, como la informática, las telecomunicaciones y las actividades profesionales, científicas y técnicas, que han experimentado un crecimiento del 23,9% y 14,4%, respectivamente.

UGT destaca la efectividad de las políticas contracíclicas implementadas en respuesta a la pandemia, el cambio de enfoque de las instituciones europeas con los fondos NextGen EU y la reforma laboral, que ha priorizado la estabilidad laboral en la creación de empleo.

La principal diferencia entre las medidas tomadas durante la Gran Recesión y las aplicadas durante la pandemia, según UGT, radica en que en el primer caso se adoptó una política de austeridad económica que redujo el gasto, eliminó las ayudas y exacerbó la espiral del desempleo y la recesión.

En cambio, en el segundo caso, se implementaron medidas de estímulo a través de una política fiscal expansiva que mitigó el impacto negativo, preservando el empleo y los ingresos.

En las últimas tres décadas, en España se han experimentado tres crisis económicas diferentes. La primera ocurrió entre 1992 y 1993, principalmente en el ámbito industrial, con un fuerte aumento del desempleo y devaluaciones de la moneda para mejorar la competitividad.

La segunda, conocida como la Gran Recesión, tuvo lugar entre 2008 y 2013 y afectó a todo el tejido productivo, provocando una caída significativa del PIB y un aumento del desempleo.
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