Aznar no acepta el éxito de Rivera e insiste en el giro radical de Casado

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A la espera del escrutinio del voto de los residentes en el extranjero (cinco escaños podrían cambiar de partido), los siguientes resultados en las elecciones generales del 28 de abril de 2019:

PSOE: 123
PP: 66
Ciudadanos: 57
Unidas Podemos: 42
Vox: 24
ERC-Sobiranistes: 15
JxCAT-Junts: 7
EAJ-PNV: 6
EH-Bildu: 4
CC: 2
NA+: 2
Compromís 2019: 1
PRC: 1

El ex presidente José María Aznar se negó a reconocer errores en la gestión de Pablo Casado y en el planteamiento de la campaña electotal. Insistió en su llamamiento -que vuelve a ser erróneo- de que Ciudadanos (centro liberal) y Vox (ultra derecha) se integren en el Partido Popular (derecha, partido conservador).



“Estas elecciones se han planteado por un lado y por otro como una pugna por el liderazgo del centroderecha, en vez de como un esfuerzo real para desalojar democráticamente a los socialistas de la Moncloa”, la posición de FAES (Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales).

En su comunicado, FAES aludió a la “absurda y suicida canibalización en la que se ha instalado el centroderecha español”. Subrayó también que se hayan tirado “por la borda los esfuerzos y la visión estratégica que permitió la articulación de una fuerza política capaz de erigirse con éxito en la alternativa efectiva a la izquierda”.

El ex presidente insiste en que sólo él convirtió al Partido Popular en una poderosa maquinaria política no asumiendo la corrupción que se anidó en su mandato y estalló después. José María Aznar nunca ha aceptado tampoco el talento moderado y centrista de Mariano Rajoy y la importancia y las aportaciones del ala marianista.

Al margen de otras lecturas y precisiones, el ex presidente no ha comprendido el rechazo a las posiciones extremas, la importancia de la moderación para la izquierda y la derecha, y la pujanza tras estos comicios de un partido puro de centro político. Una lucha en la posición radical de la derecha de Pablo Casado con la ultra derecha de Santiago Abascal puede ser destructiva para ambos. 

Atencion al hartazgo, enfado y rechazo total de las nuevas generaciones contra la corrupción política, que ha sido lacerante en tiempos de serias dificultades. Es una lacra que pesa aún. No ha sido aceptable tampoco, y no es un tema menor, la forma en que se ha tratado a Mariano Rajoy y su equipo. Y todavía resulta menos asumible el intento del ala casadista del Partido Popular de convertir en suyos los logros alcanzado en la gestión del marianismo como una derecha moderada y de fuerte acento social.
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